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Notas y artículos

Aquí encontrarás aquellos artículos que se han publicado o escritos de personas que tenían algo que decir al respecto de la verdadera naturaleza del VIH/SIDA. Entre los cuales, NO estaban precisamente Margaret Heckler y Robert Gallo en aquel vergonzoso comunicado del 23 de Abril de 1984 (foto).

Notas y publicaciones: FAQ

Comunicado de la red Superando el Sida

SIDA, ES HORA DE QUE TODOS SEPAN LO QUE ESTÁ PASANDO

Somos un colectivo de personas de distintos países, afectadas directamente por esta situación, familiares de personas fallecidas, y personas solidarias que se han sumado a nuestra causa, conscientes de la responsabilidad que implica la denuncia pública de unos hechos que contradicen abiertamente las recomendaciones de las autoridades sanitarias, nacionales e internacionales, pero después de años de indagación sobre los numerosos aspectos del Sida que no salen habitualmente a la luz pública, hemos decidido, en base a la gravedad de los daños y perjuicios que esta visión provoca, no colaborar con nuestro silencio al mantenimiento de la actual política sanitaria que se sigue con respecto al SIDA.


- Hace más de 20 años que varios miles de investigadores de distintos países, donde se incluyen premios Nobel, miembros de la Academia Nacional de Ciencias de los EE UU y especialistas en distintas ramas de las ciencias, la medicina y la biología, vienen exponiendo la necesidad de un replanteamiento de la visión VIH-SIDA, en base a las irregularidades científicas detectadas que atañen a aspectos básicos de la cuestión. La censura primero y la criminalización después de estas voces nos está causando desde hace años estupor e indignación, no entendemos, como afectados por esta situación, a quién puede perjudicar el debate científico, menos entendemos aún la existencia de censura en la ciencia, pero estos 20 años de inútil espera nos han convencido no sólo de la inutilidad de la petición de un debate que jamás se producirá, pues los defensores del sida infeccioso lo saben perdido, sino que nos han afianzado en la necesidad de ponernos en marcha para acabar con este fraude global.


- Denunciamos el uso fraudulento en la población de unos tests que no tienen base clínica ni metodológica, en base a los cuales millones de personas en todo el mundo, (muchos miles en España), están siendo diagnosticadas como portadoras de un supuesto mal incurable al parecer inexistente. Cualquier persona, sin necesidad de pertenecer a ninguno de los llamados grupos de riesgo, puede resultar positiva en el test de VIH, o puede resultar positiva su mujer, o su hijo, o su mismo padre o madre, basta con hacerse este test semanas después de haber pasado una simple gripe, o haber sido vacunado, o tener el colesterol alto, (algunas tan sólo de las más de 60 causas documentadas que pueden provocar resultados positivos en el test). Quienquiera que sea pasará sin remedio a engrosar la lista de candidatos al SIDA, no importa lo sana que esté, (si no está enferma ya lo estará y si no es ahora, dentro de 20 o 30 años).


- Denunciamos la intoxicación de millones de personas, (muchos miles en España), la mayoría de ellas personas sanas, con productos tóxicos provenientes en su mayoría de la quimioterapia del cáncer y que no cuentan con estudios que demuestren su utilidad, así como las presiones y coacciones a las que son sometidas para que tomen estos fármacos, embarazadas incluidas, amenazándose incluso con arrebatarle los hijos a las madres que se niegan a darles estas medicaciones tóxicas y experimentales.


- El mito del sida infeccioso supone un retroceso de siglos en el terreno de los derechos cívicos y en el ejercicio de la medicina, actividad que debiera basarse en criterios racionales y científicos y en una actuación respetuosa con las personas.


Llamamos a todos a informarse, con serenidad y sin alarmismos, en las numerosas páginas existentes ya en casi todos los idiomas que denuncian este fraude global, perjudicial para toda la humanidad.


RED INTERNACIONAL SUPERANDO EL SIDA, www.superandoelsida.ning.com   

¿POR QUÉ NO PODEMOS ACEPTAR LA ACTUAL VISIÓN DEL SIDA INFECCIOSO ?

Los siguientes tipos de argumentos avalan el rechazo de un sector creciente de la sociedad al actual punto de vista del sida infeccioso, así como a la actual política sanitaria a nivel mundial que de él se deriva.

1- Razones de índole científica, referentes a la teoría del VIH-Sida en sí misma.

La inmunodeficiencia, sea congénita o adquirida, no es algo nuevo, sus causas se conocen desde décadas antes de que se creara la palabra Sida. La primera causa indiscutible de inmunodeficiencia adquirida actualmente en el mundo, la que más muertes causan por inmunodeficiencia en individuos de todas las edades, es decir, la primera causa mundial de Sida hoy en día, si entendemos por estas siglas en su significado literal, sigue siendo la desnutrición, el hambre.

No existen, por otro lado, referencias en ningún sitio de trabajos científicos que, solos o en conjunto, demuestren el carácter infeccioso del sida, (Kary Mullis, Nobel de Química), al tiempo que existen toda una serie de hechos, que atañen a aspectos científicos claves, ignorados por el público. El prestigioso biólogo molecular Peter Duesberg, uno de los máximos expertos mundiales en el campo de los retrovirus, lleva planteando el carácter no infeccioso del sida desde el año 1987, argumentándolo con todo tipo de datos. La epidemiología del sida no corresponde con la de ninguna epidemia infecciosa, (Gordon Stewart, epidemiólogo, Glasgow).

Ahora bien, a pesar de demostrar el carácter no infeccioso del sida, Duesberg aceptaba que Gallo-Montagnier habían conseguido aislar un retrovirus en los enfermos de sida, (aunque el aislamiento fuese muy indirecto), así como un test de detección. Pero este punto, la existencia del VIH y la fiabilidad del test, se ha desmoronado finalmente también tras la polémica entre Peter Duesberg (el virus VIH existe, aunque no cause el sida) y la biofísica australiana Eleni Papadopulos-Eleopulos, (El VIH ni siquiera existe, al no haberse encontrado ninguna evidencia de su existencia como tal virus), pues por extraño que parezca nunca se ha identificado ningún VIH como partícula estable independiente en el plasma o sangre frescos, sin cultivar, de ningún ser humano, con o sin sida.

La teoría del virus del sida no tiene validez científica, por lo que todos los diagnósticos, pronósticos y tratamientos que en ella se basan tampoco la tienen.

2- Razones referentes a cómo se impuso a la sociedad la teoría del virus del Sida:

La difusión de la idea del Sida infeccioso en la sociedad norteamericana y posteriormente en el mundo entero, no tuvo nada que ver con una investigación seria sino con imprudencia, alarmismo y prejuicios homófobos y sexistas. Cuando se examinan las declaraciones sobre el particular contenidas en las publicaciones de instituciones sanitarias americanas de esa época, las razones aducidas eran así de objetivas: “Debe ser infeccioso porque son homosexuales”, “tiene que ser infeccioso porque tienen muchas relaciones sexuales”, “debe ser infeccioso porque es un problema nuevo,…, porque aparece en grupos nuevos de la población”, etc.

En cuanto al proceso que dio lugar al anuncio del descubrimiento de virus por las autoridades sanitarias americanas, fue de lo más simple: nada de estudios ni publicaciones previas en los medios científicos, se convocó una gran rueda de prensa en Washington, el 23 de abril de 1984, y en ella se proclamó que el científico americano Robert Gallo, (de aquella alto funcionario de los servicios americanos de salud en el Instituto Nacional del Cáncer y presente en la rueda de prensa), “había descubierto el virus y aportado la prueba de que el tal virus,- más tarde conocido como VIH- era la causa probable del sida”. Pero nada de lo que allí se dijo resultó ser al final cierto. Por lo que respecta a Montagnier, (a quien Gallo robó el supuesto virus), como se aclara más adelante, hoy sabemos que ni siquiera había aislado un nuevo retrovirus.

Al público general se le hace creer que mientras que los científicos que discrepan son una minoría, “la gran mayoría de los científicos comparte el modelo VIH”, cuando la gran mayoría no han oído hablar siquiera de los planteamientos que discrepan. Un ejemplo significativo que lo muestra es lo acontecido en el famoso “Juicio por la sangre contaminada de Göttingen”, Alemania, en 1995-97. En este juicio el virólogo Stefan Lanka solicitó al tribunal que encontrara un solo científico que compareciera y aportara pruebas de que el virus VIH existía y era la causa del Sida y lo declarara bajo juramento. No sólo nadie compareció sino que los medios de comunicación nos ocultaron algo que debería haber destacado en la primera página de todos los periódicos.


La Hipótesis VIH-Sida se gestó a espaldas de la comunidad científica, se impuso mediante un claro abuso de autoridad y se ha mantenido hasta ahora por medios que no tienen nada que ver con la ciencia, como son la censura, las coacciones u otras formas de intimidación. En realidad, los métodos coercitivos y la censura son las únicas razones que explican por qué una peregrina teoría sin la menor base científica se ha mantenido vigente durante más de 25 años.

3- Razones de utilidad pública léase salud pública:

¿Qué podemos decir acerca de la utilidad de esta visión del virus? ¿Hay algún beneficio para la población desde el punto de vista sanitario? La respuesta es no, no hay beneficio sanitario, ¿Dónde está acaso la vacuna? ¿Dónde el tratamiento eficaz? A millones de personas en el mundo, muchos miles en España, se les ha venido comunicando que están infectados por un virus letal, en base al resultado de unos tests que nunca han sido validados o autentificados con la propia identificación del virus. El resultado a efectos prácticos es que a la intoxicación psíquica causada por diagnósticos y pronósticos infundados, que hunden a muchas personas y les crean todo tipo de complicaciones en su vida, se añade la intoxicación física provocada por un innecesario y tóxico tratamiento.

Estamos ante una teoría sin base científica, impuesta mediante medios ilícitos, que no sólo es inútil sino que daña gravemente la salud y la vida de millones de personas.

4- Razones de índole social:

La visión del virus del sida crea pánico innecesario en la población, marginación social y xenofobia, envenenando las relaciones humanas más íntimas y vulnerando derechos elementales de las personas. El estigma de VIH+ es la mayor causa de discriminación de las personas en todos los ámbitos, (sanitarias, laborales y sociales).

5- Razones de carácter ético-legal:

El sida sienta un peligrosísimo precedente, aceptarlo supone dar por buena la violación de la ética y normas más elementales que deben regir la actuación de investigadores, autoridades sanitarias, profesionales de la información, de la salud, compañías farmacéuticas, etc. ¿Qué deparará el futuro si se acepta todo este conjunto de sucias prácticas en un terreno tan sensible como el de la salud?

6- Razones de tipo humanitario.

El punto de vista del Sida infeccioso oculta la que sin ningún género de dudas constituye hoy día la principal causa de muertes por inmunodeficiencia adquirida en el mundo, la desnutrición, el hambre, resultado de la pobreza y de las desiguales políticas económicas. El Sida también sirve para ocultar los problemas reales y como cobertura para oscuras políticas de control de población.

7- Razones de índole económica.

Una visión sin base científica, impuesta mediante métodos ajenos a la ciencia, inútil, violadora de la ética y normas más elementales, violadora de derechos, perniciosa para la humanidad y que cuesta a los estados muchos cientos de millones de euros al año, para sufragar tratamientos inútiles, perjudiciales y caros y para financiar un sinfín de grupos y ONGs que difunden este fiasco.

Los beneficios sanitarios, sociales, económicos y de todo tipo que se derivarían para la población mundial con el fin de la actual política sanitaria mundial con respecto al sida hacen imperiosa la toma de conciencia de su necesidad, es por ello que pedimos a todo el mundo, su difusión.

Red Social de Orientación y Apoyo Mutuo Internacional Superando el sida:www.superandoelsida.ning.com  

Construyendo el mito del sida infeccioso

El material de este artículo, sobre todo lo referente a los sucesos acaecidos en los EEUU tras la rueda de prensa de Robert Gallo de abril de 1984, procede prácticamente en su totalidad de los capítulos correspondientes del libro Inventing the AIDS virus, del Dr. Peter Duesberg, (Regnery Publishing, Inc. Washington,D.C., 1996). 

Introducción


La gran mayoría de las personas está convencida de la existencia de la “epidemia de sida”, se supone que la “epidemia” surgió en un momento dado en algún sitio (Gallo y cía han sugerido África) y se “propagó” a todo el mundo; por otra parte, vistos los enormes presupuestos destinados a la “investigación del VIH”, se considera que el “virus del sida” es algo muy conocido y estudiado; al mismo tiempo, la importancia concedida por los medios de comunicación, la preocupación de las autoridades de los distintos países, mueven a pensar que estamos ante algo real.
 
Pero los últimos sucesos acontecidos con motivo de la gripe A, con sus importantes implicaciones, alertan de lo factible que es, hoy en día, crear psicosis mundiales de epidemia sin causa objetiva que las justifique que no sean los intereses económicos.

Por si el ejemplo de la gripe A no bastara, en este artículo se ofrece una panorámica de los ingentes recursos, económicos y humanos, pero sobre todo propagandísticos, puestos en marcha a principios de la “era del Sida” en los EE UU, con la exclusiva finalidad de difundir entre la población la idea del sida infeccioso y mientras todo eso sucedía, en medio de rimbombantes
declaraciones de prestigiosos organismos, se pasaban alegremente por alto los aspectos científicos elementales.

En el período de tiempo que transcurre desde que surgen en EE UU los primeros casos que darán origen al nacimiento de la idea del sida infeccioso, hasta que se impone a nivel mundial esa visión, se pueden distinguir dos etapas, la primera, desde los primeros casos hasta la rueda de prensa de Gallo, la segunda, a partir de la rueda de prensa, abarca hasta que la idea del sida se impone a nivel mundial. 

El sida hasta la declaración de Gallo (desde los primeros casos a abril del 1984)

Se ha tratado ese primer período en otro post, si bien lo que sigue es un pequeño resumen. Esa etapa de los comienzos del Sida fue tratada de manera magistral, en una conferencia impartida en julio de 2002 en Barcelona, por el Dr. Roberto Giraldo, eminente médico colombiano, especialista en enfermedades infecciosas y que dedicó años al estudió de las inmunodeficiencias. En su conferencia, el Dr. Giraldo trazó un recorrido plagado de referencias por los artículos publicados en las principales revistas científicas, así como en las publicaciones de distintas instituciones sanitarias americanas, en el período que va desde que el inmunólogo Mikel Gottlieb ve, en la clínica universitaria de Los Angeles, los cinco famosos casos de neumonía por neumocistis carini, hasta que Gallo anuncia el “descubrimiento” del virus del sida (1).


El Dr. Giraldo puso de manifiesto el hecho de que la idea del sida infeccioso se difundió en los EE UU ya desde la aparición de los primeros casos, a pesar de que todos los indicios sugerían un origen multifactorial, (sobre todo causas tóxicas, es decir, drogas). No había ningún dato objetivo, ninguna investigación, que apuntara hacia una causa infecciosa, para poder hablar de una causa infecciosa es indispensable encontrar un agente infeccioso común en todos los casos de la enfermedad y mientras esto no se haya realizado, es una temeridad sugerir siquiera esa posibilidad.

De ese modo, en contra de lo que sería una actuación mínimamente prudente y haciendo gala de una grave irresponsabilidad, el CDC de Atlanta, que ya había protagonizado en el pasado numerosos episodios de alarmismo, (el último de los cuales, la epidemia fantasma de gripe porcina del año 1976 que jamás se presentó), difundió la idea de que se trataba “muy probablemente” de un problema de naturaleza transmisible, es decir, infeccioso.

Cuando años más tarde Robert Gallo declara haber descubierto el virus del sida, (sería a partir de ahí, en todo caso, cuando se podría hablar de problema infeccioso), ya existía una psicosis generalizada de epidemia en la sociedad americana, que había sido fabricada años antes a base golpes de prensa.

Recordemos que la misma conferencia de prensa, donde Gallo anunció su supuesto descubrimiento, se hizo sin publicaciones previas en los medios científicos además de otras irregularidades de sobra conocidas, entre las que destaca el robo de la muestra del supuesto virus a Montagnier, (de cuyas declaraciones años más tarde se pudo deducir que no hubo aislamiento viral alguno, por lo que no se puede hablar de robo de virus). El “affaire” de quién había descubierto el “virus” ocupó los titulares de los periódicos y encubrió lo que debería haber sido más importante, es decir, ¿Qué era exactamente lo que Montagnier “había descubierto”? ¿Era o no un virus? Y si era un virus, ¿Era la causa del sida? Todo eso pasó a un segundo plano, no tenía importancia, después de todo, la gente ya estaba convencida de que el sida era un problema infeccioso, hacía años ya que el pánico campaba por los hospitales, (en muchos de ellos ni siquiera se admitía a toda cuanta persona pudiera ser sospechosa de sida, (el diagnóstico era realizado “a ojo”, pues el llamado test del sida o de VIH no se puso en marcha hasta el año 1985, es decir después de la declaración de Gallo). 

El sida después de la declaración de Robert Gallo

Es en esos años que siguen a la declaración de Gallo cuando se elaboraron las líneas generales y la estrategia de lo que sería la lucha contra el sida a nivel mundial, algo que es interesante conocer porque esas medidas que se adoptaron en los EE UU en esos años serían copiadas en el resto de los países, entre ellos el nuestro, por absurdas que puedan parecer cuando ahora las analizamos.

En 1986 la Academia Nacional de Ciencias de los EE UU (NAC) nombró un comité para enfrentarse al problema del sida, presidido por David Baltimore, un destacado e influyente virólogo. Este comité, tras estudiar las “pruebas” de Gallo-Montagnier, llegó a la conclusión de que “la evidencia de que el virus VIH causa el sida es científicamente concluyente”.

Según el Dr. Peter Duesberg, de cuyo libro Inventing the AIDS virus están tomados, prácticamente al pie de la letra, la mayor parte de los contenidos de este trabajo, la Academia convertía la hipótesis de Gallo en un dogma de fe, siendo la primera vez en su historia que la Academia llegaba a una conclusión tomando como base una creencia, pues Gallo no tenía pruebas, ni él las proporcionó, ni ningún otro lo hizo.

Lo que el comité de la NAC hizo, según Duesberg, fue seleccionar los artículos de Gallo para llegar a sus conclusiones, pero desgraciadamente para el Comité, en una investigación de tres años se demostró que los artículos de Gallo habían sido fabricados sencillamente en cuanto a las cifras de sus correlaciones. El otro argumento clave esgrimido por el comité fue que “el sida debía ser infeccioso porque algunos de los receptores de transfusiones habían desarrollado enfermedades como neumonía”. Pero de nuevo se trataba de estudios sin ningún tipo de control, nunca realizaron un estudio en el que cien hemofílicos con anticuerpos fueran comparados con otros cien sin ellos, para ver la incidencia de enfermedades en los dos grupos, la cual parece ser similar.

Tampoco se hizo ningún estudio que comparara cien usuarios de drogas intravenosas seropositivos con otros cien seronegativos, o cien hijos de madres toxicómanas seropositivos con otros cien seronegativos. Todo parece indicar, según Duesberg, que la incidencia de enfermedades incluidas en la definición de sida es similar en seropositivos y seronegativos en cada llamado “grupo de riesgo”.

Con estos supuestos, el comité de la NAC, constituido por veintitrés prestigiosos científicos, diseñó un ambicioso programa con fondos crecientes y supervisión central, con el fin de crear un amplio consenso en los EE UU, unificando los esfuerzos de los científicos y la sociedad entera en la guerra del sida. El programa era más ambicioso aún que el de la guerra de la polio o incluso que el de la lucha contra el cáncer y permitiría la adopción de medidas extraordinarias que habitualmente pueden encontrar resistencia por parte de la población.

El estamento investigador se incrementaría con fondos sin precedentes, oficiales de salud podrían adoptar medidas de emergencia, se implicaría en la guerra del sida a las agencias de las Naciones Unidas y a los gobiernos extranjeros.

El Instituto de Medicina y la Academia Nacional de Ingeniería patrocinarían el proyecto y los fondos para llevarlo a cabo procederían de importantes fuentes, como la Carnegie Corporation of New York, la Jhon D. y Catherine T. MacArthur Foundation, la Andrew W. Mellon Foundation y la Fundación Rockefeller.

Varios miembros de Servicio de Inteligencia de Epidemias del CDC, como David Fraser o Thomas Grayston, que pasó a presidir el Grupo de Trabajo de Epidemiología, así como otros importantes miembros del CDC participaron en esta comisión. Burroughs Wellcome, (ahora Glaxo-Wellcome-Smith-Klein), fabricante del AZT, así como Hoffman-La Roche, fabricante del Ddi, enviaron cada una un representante.

El comité pretendía la movilización de la nación entera en esta guerra. Según las instrucciones de la NAC, el comité evaluaría métodos de control y lucha contra el sida, redactaría un documento delineando las estrategias, instaría al Congreso para la adopción de medidas, haría recomendaciones a la comunidad científica, a los médicos, a los organismos estatales y locales, a las corporaciones privadas y al público. Naturalmente, todo aquel que no cooperara con los objetivos del comité sería tachado de “contraproducente”, cuando no de “irresponsable” o de “peligroso”. 

Confronting AIDS, la Biblia del estamento del Sida


En agosto de 1986 el Comité publicó, bajo el título de “Confronting AIDS”, un libro cuyas recomendaciones serían adoptadas universalmente como un anteproyecto de la guerra del Sida a nivel mundial. Este libro hacía recomendaciones en cuatro áreas: amplio programa de investigación, financiamiento público, medidas de salud pública y esfuerzos paralelos en el extranjero.

En el terreno de la investigación científica el Comité alardeaba del “descubrimiento del VIH” y su “indudable identificación como la causa del Sida” como un supuesto triunfo y un ejemplo de investigación bien fundamentada.

Aquellos científicos que estaban esperando alguna evidencia científica de la “indudable identificación” del VIH como causa del Sida, recibirían como respuesta la afirmación “ex catedra” aparecida en la edición de 1988 de Confronting AIDS: El comité cree que la evidencia de que el VIH causa el Sida es científicamente concluyente”. El Comité no tenía nada más que ofrecer que su creencia en Gallo, Montagnier y otros “descubridores del VIH”. 

Fue basándose en esta suposición que se delinearon las futuras necesidades de la investigación: se estudiaría la estructura genética del VIH por parte de los biólogos moleculares, (al no haber sido aislado el virus como Dios manda, eso quiere decir que se estudiaría lo que Gallo-Montagnier entendían como “virus VIH”), los bioquímicos analizarían las funciones de las “proteínas virales”, (es decir, lo que Gallo-Montagnier entendían por tales), los virólogos examinarían cada detalle del proceso infeccioso, se desarrollarían más test para el VIH, se investigaría con animales, etc. Vastas sumas de dinero serían empleadas para hacer seguimientos de las personas “infectadas”, los farmacólogos se ocuparían de desarrollar una serie de drogas para destruir el virus, (el Comité sugería ya específicamente el AZT, Ddi, Ddc, entre otras) y, por supuesto, tendrían que inventarse vacunas contra el virus.

Todo el programa estaba encarrilado en una dirección, el VIH, ningún dinero iba destinado a la investigación de otras posibles hipótesis y si bien el Comité elaboró una lista de “posibles cofactores” que podrían contribuir al Sida, sobre todo agentes infecciosos como los citomegalovirus u otros microbios, lo cierto es que apenas se concedía importancia a otros factores como la desnutrición, vieja causa conocida asociada a la inmunodeficiencia adquirida, (como que es la primera causa objetiva a nivel mundial a la hora de
provocar muertes por inmunodeficiencia), ni mención siquiera al abuso de drogas.

Siguiendo a Duesberg prácticamente al pie de la letra, este documento no consiguió aclarar las dudas de una serie de investigadores que, después de la conferencia de Gallo, habían puesto en duda, en privado, la hipótesis viral.

El documento, según refiere Duesberg, también sugería que los fármacos que se estaban probando para el tratamiento del sida no iban a precisar de los controles habituales apropiados, sobre todo grupos “placebo”, una recomendación que se utilizaría más tarde para la aprobación del DdI, el Ddc y, con toda seguridad, los que vinieron después. Esto, traducido al lenguaje llano quiere decir que esos fármacos tóxicos, (todos ellos eran fármacos de quimioterapia del cáncer), no iban a precisar de unos estudios mínimos que demostraran si eran mejores que no tomar nada. Si no eran precisos esos estudios, conclusión, ¿Con quienes se experimentaría? Con los enfermos, al fin y al cabo, como ya se había anunciado que el sida era un mal “incurable”,…Por supuesto, las muertes provocadas en años sucesivos por estos fármacos, sobre todo por el AZT, solo o asociado con el Septrim o Bactrim, serían cargadas a la cuenta del virus.

Más tarde, el Comité haría un llamamiento para incrementar a un billón de dólares el presupuesto federal para la “investigación del sida”. Gran parte de ese dinero, como se recomendaba, fue utilizado para atraer a gran número de científicos hacia la “causa del VIH”.

En cuanto al financiamiento público, el Comité calculó los costes del cuidado médico para cada paciente, decidiendo que estos costes fueran en el futuro financiados con fondos públicos. Para ello el Comité se dirigía a la población, la cual “tenía la obligación ética de asegurar que todas las personas recibieran cuidados médicos adecuados”.
Por “cuidados adecuados” se entendía, puesto que la infección por VIH se consideraba fatal y sin tratamiento, el proporcionar drogas tóxicas como el AZT o simplemente confortar a los enfermos hasta la muerte.

En el apartado de medidas de salud pública, cualquier acción destinada a detener el virus estaba justificada, incluso si causaba pánico en la población,
o si estimulaba el uso de drogas ilegales o afectaba a las libertades y derechos civiles. El Comité hacía hincapié en los programas de educación y en la difusión de la práctica del test y como ejemplo de lo que entendía por
“educación”, la recomendación del uso de condones y de jeringas estériles para la administración de drogas.

Dado que las embarazadas podían “transmitir el VIH”, el Comité aconsejaba a las mujeres con riesgo de infección por VIH que consideraran aplazar el embarazo, también se recomendaban test de VIH disponibles con facilidad para toda la población, eso sí, sobre una “base voluntaria”.

Medidas más radicales podrían ser adoptadas por el Comité. Donald Francies, un destacado oficial del CDC, en un discurso ante sus colegas, proponía cinco pasos para incrementar la autoridad del CDC, estos incluían:

- Dotar al CDC de un “status especial” que lo volviera inmune al control de los electores con una legislación especial que lo protegiera de cualquier control político.

- Garantizar los necesarios cuidados de salud a los “infectados”, como un medio de tenerlos identificados y controlados.

- Tolerar el uso de droga, como un modo de prevenir el intercambio de
jeringas usadas. Se incluía la prescripción de metadona o heroína como un modo de eliminar las actividades peligrosas que rodean a las drogas. Francis llamó incluso a esto “inyección sana”. Pero, se pregunta Duesberg, ¿Qué pasa si la heroína por sí misma causa sida? Pues que en ese caso, los contribuyentes estarían financiando la muerte de los adictos, (por si no lo hicieran ya al financiar su intoxicación masiva con los costosos y tóxicos fármacos).

- Mayor intervención federal a la hora de producir vacunas.

- Centralizar lo relativo al sida en una autoridad, en una palabra, aumentar
la autoridad y el poder de control del CDC. El organismo llevaría un registro central con las identidades de los “infectados”, obtenida por medio de cualquier fuente imaginable, desde los hospitales, clínicas de enfermedades venéreas, consultas de médicos, incluso cárceles. Se registrarían también todos los contactos sexuales de los “infectados”, tarea nada fácil si tenemos en cuenta que algunos de los homosexuales decían haber tenido cientos o miles.

Pasando por encima de cualquier autoridad local elCDC abogaba por incrementar los programas educativos en las escuelas, eliminando cualquier resistencia por parte de los padres.

En cuanto a los esfuerzos paralelos en el extranjero, el Comité, a través de su publicación Confronting AIDS, recomendaba extender estos esfuerzos a las otras naciones, lo que implicaba la colaboración en la investigación con científicos extranjeros, así como la puesta en marcha de programas de salud, distribución de condones incluida, en esos países. Se recomendaba incrementar la ayuda a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la puesta en marcha de medidas de salud pública. Ese mismo año la OMS publicó un libro que diseñaba el plan de acción contra la epidemia, el cual incluía cuarentenas, inmunizaciones masivas, restricciones a los viajeros, etc.

El Comité propuso también la creación de una comisión presidencial para supervisar la lucha contra el sida, la cual desde 1989 ha sido patrocinada por el Congreso y la Presidencia, repitiendo las mismas consignas de Confronting AIDS.

Todas estas recomendaciones serían llevadas a la práctica con verdadero entusiasmo, según Duesberg, con un auténtico espíritu de situación de guerra y, claro, una guerra pide acción y no reflexión sosegada.
Al mismo tiempo y para prevenir cualquier discrepancia con estos planes, el establishment se preocupó desde el primer momento de prevenir cualquier oposición, toda la nación sería llamada a participar, los que no se unieran serían tildados como “apáticos” y los que hicieran demasiadas preguntas sobre la hipótesis del virus serían etiquetados como “negativos” o cosas peores.

El Instituto Nacional de la Salud (INH), suministraría también billones de dólares a la investigación del VIH, con lo que muchos científicos tuvieron fácil acceso a subvenciones, mientras que otros muchos aprenderían que no era nada conveniente plantear preguntas si querían acceder a ellas. La consecuencia de esto es que la inmensa mayoría de los científicos se alistaron, sin mayor vacilación, bajo la bandera del VIH.

El CDC se destacó como la principal agencia gubernamental de salud primera línea contra la epidemia, difundiendo las “medidas de prevención” entre la población, pensando más como activistas, (o más bien agitadores), que como investigadores. Lo esencial de su labor era, en palabras de un oficial del CDC,“persuadir a la población para que viera el sida como un problema infeccioso”. 

Creación y financiación de grupos y asociaciones por el CDC 

Pero había un problema que limitaba la influencia del CDC en la opinión pública y es que estos mensajes estaban asociados siempre a las siglas del CDC, por lo que este organismo decidió aumentar su influencia en el público de modo indirecto, es decir, por medio de otras organizaciones. Es así como se destinaron diez millones de dólares a los gobiernos de los estados para ser distribuidos en las nuevas sedes locales creadas para el control del VIH.
El dinero iba acompañado de las correspondientes instrucciones según las
directrices del CDC.

El CDC, reconociendo la influencia de ciertas organizaciones de base y asociaciones privadas en sus respectivos ámbitos, estableció vínculos con ellas solapadamente a través de subvenciones. Comenzó con la importante USCM, la cual se vio beneficiada con fondos crecientes que servirían para ayudar a grupos ya existentes contra el sida o para la creación de otros nuevos. Según Duesberg, a principios de los 90, unos 300 grupos habían sido creados, directa o indirectamente, por el CDC. Apretar el botón en la sede local del CDC en Atlanta o Georgia suponía la actuación al unísono de toda una amplia gama de asociaciones privadas y de grupos de “activistas” del sida. A cualquiera le daría la impresión de ser algo completamente espontáneo. La mayoría de estos grupos de activistas contra el sida eran grupos de homosexuales, a través de los cuales el CDC llegó a influir por completo en la comunidad homosexual norteamericana.

Mientras financiaba la creación de estos grupos de activistas, el CDC dirigió su dinero e influencia a otros grupos cívicos con influencia en otros sectores de la sociedad. Decenas de millones de dólares se destinaron a la Cruz Roja Americana, dentro de un acuerdo de cooperación que dio al CDC un inmenso control sobre esta institución. A su vez, la rama americana de la Cruz Roja presionaría a la Cruz Roja Internacional y a la Media Luna Roja, con el fin de difundir la doctrina del VIH/Sida en todo el mundo.

La influencia del CDC se extendió, a golpe de talonario, a un sinfín de asociaciones, desde asociaciones de maestros, empleados municipales, asociaciones en defensa de las minorías,..hasta grupos religiosos.
También formó una asociación con la Asociación Americana de Personas con Sida, grupo que patrocinaría una reunión anual de todo tipo de grupos de activistas del sida. 

El papel de ciertas compañías farmacéuticas 

Otra fuente muy importante de fondos para la guerra del Sida fue Burroughs Wellcome, la compañía fabricante del AZT, la cual se sumó a estos esfuerzos en 1987, una vez que esta droga fue aprobada para su empleo en
los enfermos de sida y como un modo de proteger sus intereses. La compañía Wellcome ha suministrado dinero a la mayoría de las organizaciones y grupos de los EE UU relacionados con el sida, unas dieciséis mil según Duesberg, desde las asociaciones que sostienen la investigación hasta los grupos más radicales, con fama de feroz independencia, como el grupo ACT UP. Muchas de ellas, con fama de radicales, fueron calmando sus críticas a medida que el dinero empezaba a llegarles.

En el lugar más destacado del establishment del sida se situaba la American Foundation for AIDS Research (AmFAR) o Fundación Americana para la Investigación del Sida. Fundada en 1985 por Michael Gottlieb, el médico que describió los primeros cinco casos de sida y Mathilde Krim, una investigadora que participó en la guerra del cáncer y que ahora desempeñaba, como otros muchos científicos de aquella guerra, un papel destacado en la guerra del sida. La AmFAR alcanzó notoriedad gracias a sus conexiones con Hollywood, sirva de ejemplo el caso de Elisabeth Taylor y Bárbara Streisand, las cuales sirvieron de reclamo a la hora de difundir el mensaje del sida y de organizar campañas de recogida de fondos. Burroughs Wellcome contribuyó con la suma de un millón de dólares en 1992, así como contribuyó con grandes donaciones la Fundación Bristol-Myers- Squibb, ligada a la compañía farmacéutica del mismo nombre y fabricante del Ddi (Videx). 

El papel de ciertos grupos de activistas homosexuales 

Dentro de los grupos más radicales del activismo del sida en los EE UU se encontraba Project Inform de San Francisco y el ya citado antes y muy conocido, ACT UP. Project Inform fue fundado por el activista Martin Delaney, quien empezó criticando el uso del AZT en el sida. Martin Delaney había escrito un libro, “Estrategias para la supervivencia”, en colaboración con otro autor, donde advertía a los hombres gais de los desastrosos efectos de los “poppers”, así como de la cocaína, heroína y anfetaminas, (de elevado consumo en aquella época), recalcando los efectos inmunodepresores de estas drogas. La donación de 150.000 dólares por parte de la compañía Wellcome y otros 200.000 por parte de Bristol-Myers-Squibb, cambió radicalmente el modo de pensar de Delaney, al extremo de convertirse en un feroz crítico de la postura de Duesberg en periódicos y revistas.

Otro tanto aconteció con Larry Kramer, conocido activista de los derechos de los homosexuales americanos, el cual pasó de tener una postura muy crítica con el estamento oficial del sida, (en un principio ni siquiera reconocía la existencia del sida), a difundir las consignas del CDC en cuanto a prevención y tratamiento, AZT incluido. Kramer había fundado en 1982 el Gay Men´s Health Crisis, GMHC, pues bien, un exdirector ejecutivo de este grupo reconoció al escritor John Lauritsen que el grupo había recibido fondos de la compañía Wellcome, si bien evitó decir la cantidad. Kramer fundaría otro grupo más radical en 1987, ACT UP, grupo que se encargaría de presionar a la FDA, el organismo encargado de la aprobación de drogas y alimentos en los EE UU, para que se aprobaran más fármacos contra el sida. La compañía Wellcome desarrolló estrechas relaciones con el grupo, el cual fue promocionado para asistir asiduamente a las conferencias internacionales sobre el sida, (esas macro conferencias, auténticos festivales de las empresas farmacéuticas, que se vienen celebrando cada dos años). En la Novena Conferencia Internacional, celebrada en Berlín en 1993, unos 300 miembros de ACT UP viajaron y se alojaron en hoteles con piscina, con los gastos cubiertos por la compañía Wellcome, así mismo un representante de ACT UP de Londres reconoció que su grupo había recibido 50.000 libras de la firma.

La Novena Conferencia de Berlín fue pródiga en cuantas amenazas e intimidaciones que llegaron a la agresión física, protagonizadas por miembros de ACT UP, el propio servicio de orden de la conferencia y el mismo Martin Delaney, contra un pequeño grupo de disidentes, periodistas y
participantes críticos. El propio Robert Gallo sorprendió a propios y extraños
cuando, para hacer frente a las incómodas preguntas de los periodistas echó
mano nada menos que de sus guardaespaldas. “¿Desde cuándo un científico acude a los congresos rodeado de guardaespaldas?”, se preguntaría más tarde Joan Shenton, directora de Meditel, una productora independiente de televisión que ha ganado importantes premios por sus trabajos sobre el sida en el Reino Unido.

Los medios de comunicación 

Los medios de comunicación han sido desde el principio otro de los grandes objetivos del CDC en la guerra del sida. Para hacerse con su control el CDC fundó grupos como la National Association of Broadcasters, la principal asociación dentro de los profesionales de la radio y tv de los EE UU, con unas 6000 emisoras de radio y televisión. Muchos políticos y periodistas, cuando no consultan sobre el sida al CDC lo hacen a estas asociaciones, pensando ingenuamente son independientes.

Mediante estos métodos irregulares, el CDC se ha asegurado unos medios de comunicación dóciles y sin capacidad crítica, lo que le ha servido para promover el miedo al sida entre la población. De este modo, al CDC le fue factible ir alargando periódicamente el supuesto “período de latencia” del virus, (tiempo que está sin producir la enfermedad), desde 10 meses al principio, dos años después, luego 5 años, luego 10 y finalmente 20 o 30 años. Del mismo modo, el CDC ha conseguido crear la ilusión del aumento de casos de sida mediante el procedimiento de redefinir periódicamente el sida, es decir, incluyendo periódicamente nuevas enfermedades dentro de la definición de sida, de esa forma, al ir ampliando la definición de sida con la inclusión de nuevas enfermedades, aumentan automáticamente los casos de sida. En circunstancias normales, unos medios de comunicación mínimamente críticos habrían hecho preguntas.

La censura directa, tanto en los medios de comunicación como en las publicaciones científicas, es otro de los aspectos analizados ampliamente por Duesberg en Inventing the AIDS virus, un libro que debiera ser de obligada consulta para todo aquel, profano o académico, que quiera documentarse un mínimo en el tema del sida.

Cada vez que en estos últimos 15-20 años ha surgido algún dato o cuestión que ponía en duda la visión oficial del virus del sida, el establishment del sida ha desplegado todo tipo de medios para ahogar el debate científico, de ahí que sea tremendamente difícil que versiones científicas críticas sobre el sida lleguen al público. A pesar de todo, como ha sido reconocido por los propios expertos oficiales, la llamada disidencia del sida no deja de crecer.

El mismo fenómeno de “institucionalización del VIH” que se dio en los EE UU (donde sólo falta el “Ministerio para el VIH”), se reprodujo fielmente en el resto de los países: comisiones nacionales, fundaciones privadas, grupos antisida subvencionados tanto con fondos públicos como privados,…La guerra contra el sida ha creado una multitud de semi-funcionarillos que, bajo la apariencia de activismo espontáneo y defensa de los derechos de los “infectados”, repiten las consignas oficiales y actúan de acuerdo a los intereses de las farmacéuticas y no de los colectivos que dicen defender. Un ejemplo de los extremos hasta dónde llega ese activismo lo refirió Michael Callen, un superviviente de sida de 12 años, que se esforzó por infundir esperanza a los enfermos de sida, encontrándose con la inesperada oposición de estos activistas a su mensaje de esperanza. La razón aducida era que, si se decía que el sida no era fatal, dificultaría la consecución de más fondos gubernamentales para luchar contra el sida. Al mismo tiempo se puede argumentar que la falaz afirmación de que el sida es fatal, facilita el empleo de unos caros y tóxicos fármacos que de otro modo nadie tomaría.

Otro ejemplo de manipulación del miedo de la población ocurrió en 1993, cuando un importante artículo científico concluyó que el sida no se estaba expandiendo en la población general y permanecía confinado, en su mayoría, en los mismos grupos de riesgo que al principio. A pesar de que era una evidencia que los propios oficiales del CDC no podían negar, David Rogers, vicepresidente de la Comisión Nacional del Sida, denunció el artículo porque, (textualmente), “inducía a los norteamericanos a no tener miedo”. Pero lo cierto es que, según se desprende de los propios datos oficiales y a pesar de los mensajes que hablan de la expansión de la epidemia entre los heterosexuales, el sida ha permanecido confinado, al menos en sus tres cuartas partes, en los mismos grupos de riesgo que al principio de la llamada epidemia.

El mismo Lluc Montagnier admitió abiertamente hace unos años, en unas declaraciones hechas al periodista francés Djamel Tahi contenidas en el video “Sida, la duda”, que “no ha habido una cadena de transmisión que se haya establecido. Luego no hay transmisión heterosexual importante y pienso que no la habrá” y en el
mismo sentido se pronunció en el verano de 2008 el director de ONUSIDA. 

Desde hace más 25 años, todo dato, observación o estudio científico que no encaja con el dogma oficial del sida infeccioso es hábilmente silenciado, tergiversado o censurado rápidamente, con la excusa de ser un mensaje “peligroso para la población”. Así sucedió cuando empezaron a aparecer casos de sarcoma de Kaposi seronegativos o cuando empezaron a surgir evidencias de “sida sin VIH”, así como otros importantes eventos, como el juicio de Gottingen, que echan por tierra la visión oficial del sida. Una de las mejores estrategias del establishment del sida, vista su incapacidad para defenderse con argumentos en debates libres y abiertos, es, además de la censura y las presiones bajo cuerda, el silencio.

Manuel Garrido Sotelo, para Superando el Sida

Santiago 24 de febrero de 2010

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Notas y publicaciones: Acerca de
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¿Cuál es la clave para acabar con el SIDA?

“El SIDA es un hecho criminal,

y sus responsables tienen que ir a la cárcel”


USA:


Jueces han dejado en libertad a 56 acusados de “contagiar el VIH”


 contra los que se pedía, en total, más de mil años de cárcel,


porque nadie defiende el VIH/SIDA bajo juramento.

¿Quién se atreve, por fin, a sacar el tema SIDA del campo científico-médico para situarlo directa y plenamente en el campo delictivo-criminal? ¿Quién está cambiando en los USA las reglas de juego de los juicios sobre “delitos relacionados con el VIH”?




Tiene que ser una persona especial, muy experimentada, tremendamente curtida. Dejo que se presente ella misma. Le cedo la palabra:




“Mi nombre es Clark Baker. He sido oficial de policía durante algo más de 20 años en el Departamento de Los Ángeles (1980-2000), y desde entonces soy detective privado, con licencia en California. He realizado varios millares de investigaciones criminales, civiles y militares, y he interrogado, arrestado, procesado y ayudado a interrumpir algunos miles de carreras delictivas que incluyen prostitución, drogas, agresiones, ataques contra la propiedad y asesinatos; en particular, he arrestado, interrogado y examinado físicamente más de 2.500 drogadictos. He recibido más de 80 condecoraciones, premios, menciones, certificados, etc., tanto militar como civil, por mis servicios como sargento de marines de los USA y como oficial de policía.




Tras estos casi 33 años, me considero enormemente escéptico ante todo hasta que no lo compruebo por mí mismo. Hoy en día, la mayor parte de mi trabajo es pro bono (es decir, voluntario y gratuito), por lo que puedo ser muy exigente con aquellas personas a las que asisto. Se espera que los testigos mientan, pero si descubro que un cliente mío ha tergiversado los hechos o me ha engañado, normalmente lo abandono.




Soy afortunado por tener el tiempo, la energía y los recursos para poder ayudar a que personas inocentes puedan salir de apuros inmerecidos y acusaciones injustas.




Empecé mi investigación sobre el SIDA en mayo de 2008, y desde entonces he transferido TODAS mis demás investigaciones a otros detectives. Por estos esfuerzos, no he recibido resarcimiento económico alguno. Mi intención es continuar implicado en este tema hasta que los tribunales y/o los legisladores hayan terminado con esta empresa criminal llamada SIDA.


Hasta ahora, nunca imaginé que algunas industrias farmacéuticas podían apoyar falsa ciencia para financiar investigadores a fin de que produzcan fármacos caros que causan sufrimientos y enfermedades por todo el mundo. Ni que se pudiese utilizar legislación confusa para forzar (bajo amenaza de quitarles la patria potestad) a madres sanas y a sus bebés a ingerir fármacos que matan, y entonces utilizar las enfermedades y la mortalidad generadas como prueba de que una no-existente enfermedad sí que en realidad existe.




Si Ud. quiere comprender lo que ahora entiendo que es la conspiración criminal más importante que nunca pude imaginar, lea el Informe que elaboré: Gallo’s Egg#.




En circunstancias normales, pondría en dicho Informe una lista con mi agradecimiento a todas las personas que me han ayudado en esta investigación y en supervisar el subsiguiente documento final. Debido a las tenebrosas condiciones que existen en la comunidad científica y en la industria farmacéutica, no tendría sentido legítimo alguno exponer a estos testigos a los peligros de ser potenciales dianas y, por lo tanto, objetivo de ataques de todo tipo. Cuando llegue el momento adecuado, el mundo conocerá la diferencia entre aquellos que sirven a la Humanidad, y aquellos que se sirven a sí mismos a expensas de la Humanidad.




Jamás he escrito sobre algo más importante. Esta historia ha cambiado mi vida, y si Ud. se toma el tiempo y la paciencia para comprender lo que he redactado, también puede que cambie la suya.




No se precisa de formación médica alguna para investigar conductas fraudulentas o criminales, así como la financiación utilizada. No se requiere tener un cerebro privilegiado para ver que ningún científico ha demostrado nunca que el VIH: 1) existe; 2) ataca células; 3) causa el SIDA.




Argumentar contra las montañas de minucias del VIH/SIDA, que son interdependientes y que se respaldan las unas a las otras, requeriría terabytes de capacidad computacional y la tenacidad de los fanáticos más detestables del mundo.




La clave de todo este enorme entramado no se encuentra en las paredes de cartón-piedra ni en los peones ni en los corre-ve-y-diles, sino en la declaración original misma del propio Dr. Gallo sobre el VIH.




Tras haber investigado miles de crímenes y haber arrestado personalmente cientos de miembros de bandas criminales y otras gamas de depredadores, reconozco un asunto criminal en cuanto lo tengo delante. El VIH/SIDA convierte la estafa Enron en una partida de póker entre vecinos. Por malo que fuese Ken Lay (el fundador de Enron), nunca pudo pensar en envenenar y matar la cantidad de personas que las empresas farmacéuticas están dañando y matando en base a la medicina tipo-Mengele de Anthony Fauci y Robert Gallo. Escorias como ellos (y como John Moore, de la Cornell University), finalmente se pudrirán en el infierno, pero tengo la intención de que conozcan alguna justicia terrestre antes de que los chacales del averno se los merienden”.




No le resultó nada difícil a Clark Baker tomar posición en el tema SIDA. En efecto, fue a hablar con los oficialistas, y éstos le dijeron: “Los negacionistas son unos asesinos. Son responsables de la muerte de millones de personas en todo el mundo, sobre todo en el África negra. ¡Son unos asesinos! ¡No vaya a hablar con ellos!”. El razonamiento del Sr. Baker fue sencillo pero substancial: “Me quedé sorprendido porque me dicen que los disidentes son unos criminales pero en vez de animarme a perseguirlos y a meterlos en la cárcel, me aconsejan que ni siquiera me entreviste con ellos. Comprendí enseguida que los criminales son los oficialistas”.




Clark Baker afirmó: “Confío en la justicia divina, pero voy a dedicar lo que me queda de vida a que la justicia humana ponga en la cárcel a los Doctores Anthony Fauci, Robert Gallo y a todos los que han puesto en marcha el SIDA, que es el mayor asesinato en masa que jamás he investigado”.




Para conseguir este objetivo, Clark Baker formó en octubre del 2009 la Office of Medical and Scientific Justice (OMSJ, www.omsj.org). Su lema: “La integridad merece ser defendida”. Su misión: “Proteger y defender a las víctimas y a los testigos de la corrupción médica y científica”. Queda claro que el ámbito de actuación de la OMSJ es mucho más amplio que el montaje SIDA. Sin embargo, probablemente es en “el tema SIDA” donde más incide Clark Baker.




Así, dentro de la OMSJ ha constituido un HIV Innocence Group que proporciona asesoramiento científico-técnico, pericial, a los abogados que se lo solicitan para defender mejor a personas que se enfrentan a acusaciones relacionadas con el supuesto “VIH”. En efecto, en todos los países -pero especialmente en los USA, como veremos en la segunda parte- hay personas ya encarceladas y otras en procesos judiciales en que se les pide muchos años de cárcel por supuestamente haber contagiado el supuesto “VIH”, en especial por haber mantenido relaciones sexuales sin avisar de que estaban etiquetadas como “seropositivas”. Debido: 1) a la compleja naturaleza científico-técnica de estos casos; 2) al enorme volumen de la deliberadamente engañosa propaganda oficial; 3) a la –por ahora- existente confianza en la versión oficial VIH/SIDA del SIDA, D) a la –por ahora- inercia de los jueces, supeditados a los peritos oficialistas, y E) a los –por ahora- escasísimos recursos materiales de quienes cuestionamos la versión oficial del SIDA, llega poquísima información científica correcta que pueda ser utilizada por los abogados defensores para proteger a sus defendidos, ni usada por los fiscales y jueces para poder hacer justicia. Todos están –por ahora- sumergidos en la heterodoxa pseudociencia del VIH/SIDA, elaborada sobre la marcha por el establishment del SIDA en función de sus necesidades, “cosa” a la que Clark Baker llama Junk Science, que puede traducirse por “ciencia basura”.




Clark Baker, por un lado, ha logrado reunir en HIV Innocence Group un conjunto de científicos, médicos, investigadores independientes y abogados que preparan informes y declaraciones juradas (afidávit), y que asesoran a los abogados defensores para que puedan poner contra las cuerdas a los peritos oficiales formulando las preguntas y las repreguntas adecuadas, y que quede claro ante el juez que en realidad “el emperador está desnudo”, es decir, que la versión oficial del SIDA carece totalmente de base científica. Y por otro lado, aplicando al tema SIDA una sentencia del Tribunal Supremo de los USA (Melendez-Diaz contra Massachusetts, del 25 de junio de 2009), ha conseguido que la presentación de las pruebas no recaiga en los abogados defensores críticos sino en los acusadores oficialistas. Es decir, son quienes afirman que “la persona Tal ha cometido el delito de contagiar a otra(s) el virus VIH causante del SIDA, por lo que debe ser condenada a largas penas de cárcel porque el VIH existe, porque el VIH es la causa del SIDA, porque los tests detectan infección por VIH, porque el VIH se transmite sexualmente, etc.”, los que deben presentar las pruebas científicas de que están debidamente demostradas todas y cada una de estas falsas aseveraciones oficiales, en las que sin embargo los oficialistas creen… o, mejor dicho, simulan creer mientras ello les reporta ventajas.




Debido a este cambio, que hace que lo que técnicamente se llama “la carga de la prueba” recaiga en los oficialistas, en los USA en 27 meses (de diciembre de 2009 a febrero de 2012) los jueces han dejado en libertad a ya nada menos que 39 personas contra las que se pedía 10, 25, 40 o más años de prisión por haber supuestamente “contagiado” el supuesto “VIH”. En bastantes de estos casos, el juicio no ha llegado ni siquiera a celebrarse. ¿Por qué? Sencillamente porque los acusadores NO ENCUENTRAN NINGÚN científico o médico oficialista que, ante abogadores defensores adecuadamente preparados, se atreva a ir a defender la versión oficial del SIDA bajo juramento, y, por tanto, CON RIESGO DE IR A LA CÁRCEL POR PERJURIO . Pero, eso sí, estos mismos expertos oficialistas siguen cobrando cada final de mes por vivir ellos del VIH/SIDA a costa de espantar, envenenar y matar a sus víctimas, y de prolongar el primer dogma mundial de terror que la humanidad ha conocido… y que sigue –por ahora- padeciendo.




En el número 49 de Universo Holístico (mayo 2012) resumiré el Informe que estoy preparando acerca de estos 39 juicios a personas que (como desgraciadamente lo han sido muchas otras en casi todos los países, incluido España) hubiesen sido condenadas a largas penas de prisión por supuestamente “haber contagiado el VIH, causa del SIDA, por vía sexual”. Pero resulta que no hay prueba científica alguna ni de la supuesta “transmisión sexual del VIH”, ni de la existencia de dicho supuesto “VIH”, ni de que “el VIH causa el SIDA”, y ni siquiera de que “eso” llamado SIDA sea una enfermedad. De hecho, la falsedad madre de todas las demás falsedades fue afirmar en 1981 que se había detectado una nueva enfermedad (falso) contagiosa (falso), caracterizada por una inmunodeficiencia (falso) e inevitablemente mortal (falso). Esta múltiple mentira inicial fue la decisiva, pues exigió construir todas las falsedades posteriores a fin de tapar y justificar a la primera, e irle dando una apariencia pseudocientífica y tecnológica que facilitase su implantación mundial.




No es de extrañar que en los USA ningún oficialista vaya a defender BAJO JURAMENTO la versión oficial del SIDA. ¿Se ofrecerán voluntariamente los oficialistas españoles a ir a sacar del apuro a sus colegas –¡¡¡Y MAESTROS!!!- estadounidenses?




NOTA: Clark Baker efectúa unas declaraciones de casi once minutos en el reportaje de 1 h. 28 m. 37 s. de duración titulado “SIDA: desmontando el pastel”, que resume una entrevista de casi cuatro horas de la periodista Alish (Alicia Ninou) a Lluís Botinas. Se puede ver desde la web de la autora: www.timefortruth.es




Barcelona, 17 de febrero de 2012. Actualizado el 23 de marzo.




Lluís Botinas lluis.botinas@plural-21.org




Autor de “DESMONTAR EL SIDA. El SIDA no es una enfermedad a tratar –ni siquiera alternativamente- sino un engranaje made in USA a desmantelar”. Se puede bajar gratuitamente

Notas y publicaciones: Acerca de

Entrevista al Dr. Marco Ruggiero

En el link a DiscoverySalud que aparece más abajo podreis leer la entrevista realizada por el periodista Jacques Fernandez de los Santos al Dr. Ruggiero. O también podéis descargar el archivo en pdf.

Entrevista al Dr. Marco Ruggiero                                               

Notas y publicaciones: FAQ

Factores que causan resultados positivos en las pruebas que pretenden detectar anticuerpos al supuesto VIH

  • Administración de preparados de inmunoglobulina humana recogidos antes de 1985 (10)

  • Anticuerpos al HLA (a antigenos de los leucocitos Tipo I y II) (7, 10, 13, 43, 46, 48, 49, 53, 63)

  • Anticuerpos anti-células parietales (48).

  • Anticuerpos anticolágenos (encontrados en hombres homosexuales, hemofílicos, africanos de ambos sexos y personas con lepra) (31).

  • Anticuerpos-antihidratos de carbono (13, 19, 52).

  • Anticuerpos antilinfocitos (31, 56).

  • Anticuerpos antimicrosomiales (34).

  • Anticuerpos antimitocondriales (13, 48).

  • Anticuerpos anti-músculos lisos (48).

  • Anticuerpos antinucleares (13, 48, 53).

  • Anticuerpos con una alta afinidad con el polistireno (utilizado en los equipos de pruebas) (3,40, 62).

  • Anticuerpos del antígeno de leucocitos de las células T (13, 48).

  • Anticuerpos que se dan de forma natural (5, 19).

  • Artritis reumatoide (36).

  • Cirrosis biliar primaria (13, 43, 48, 53).

  • Colangitis esclerosante primaria (48, 53).

  • Embarazo en mujeres multíparas (13, 36, 43, 53, 58).

  • Enfermedades autoinmunes (10, 29, 40, 43, 44, 49).

  • Especímenes tratados con calor (24, 48, 49, 51, 57).

  • Exposición a vacunas víricas o infección vírica recientes (11).

  • Falsos positivos a otras pruebas, incluyendo el test RPR (rapid plasma reagent) para la sífilis (10, 17, 33, 48, 49).

  • Fiebre Q con hepatitis asociada (61).

  • Globulinas producidas durante gammopatías policlonales (que se observan en grupos de riesgos de SIDA) (10, 13, 48).

  • Gripe (36).

  • Hemofilia (10, 49).

  • Hepatitis (54).

  • Hepatitis alcohólica / enfermedad hepática alcohólica (10, 13, 32, 40, 43, 48, 49, 53).

  • Herpes simple I (27).

  • Herpes simple II (11).

  • Hiperbilirrubinemia (10, 13).

  • Hipergammaglobulemia (niveles altos de anticuerpos) (33, 40).

  • IgM anti-Hbc (48).

  • IgM (anticuerpos) anti-hepatitis A (48).

  • Individuos sanos como resultado de reacciones cruzadas mal entendidas (10).

  • Infección de las vías respiratorias superiores (resfriado o gripe) (11).

  • Infecciones víricas agudas, infecciones víricas del ADN (13, 40, 43, 48, 53, 59).

  • Inmunización pasiva: recepción de gammaglobulina o inmunoglobulina (como profilaxis contra infección que contiene anticuerpos) (4, 13, 18, 22, 26, 42, 43, 60).

  • Insuficiencia renal (13, 23, 48).

  • Insuficiencia renal / Hemodiálisis (10, 16, 41, 49, 56).

  • Leishmaniasis visceral (45).

  • Lepra (2, 25).

  • Lupus eritematoso sistémico (15, 23).

  • Lupus eritematoso sistémico, escleroderma, enfermedad del tejido conjuntivo, dermatomiositis.

  • Malaria (6, 12).

  • Micobacterium avium (25).

  • Mieloma múltiple (10, 43, 53).

  • Neoplasmas malignos (cánceres) (40).

  • Niveles altos de complejos inmunes circulantes (6, 33).

  • Otros retrovirus (8, 13, 14, 48, 55).

  • Proteínas en el papel de filtro (13).

  • Ribonucleoproteínas humanas normales (13, 48).

  • Sangre «pegajosa» (en africanos) (34, 38, 40).

  • Seropositivos al factor reumatoide, anticuerpos antinucleares (ambos encontrados en la artritis reumatoide y otros autoanticuerpos) (14, 53, 62).

  • Sexo anal receptivo (39, 64).

  • Síndrome de Stevens-Johnson (9, 13, 48).

  • Suero hemolizado (sangre en la que la hemoglobina se separa de las células rojas) (49).

  • Suero lipémico (sangre con niveles altos de grasas o lípidos) (49).

  • Terapia de alfa interferón en pacientes de hemodiálisis (54).

  • Transfusiones sanguíneas, transfusiones sanguíneas múltiples (13, 36, 43, 49, 53, 63).

  • Transplante de órganos (1, 36).

  • Transplante de riñón (9, 13, 35, 48, 56).

  • Trastornos hematológicos malignos / linfomas (9, 13, 43, 48, 53).

  • Tuberculosis (25).

  • Vacunación de la gripe (3, 11, 13, 20, 30, 43).

  • Vacunación de la hepatitis B (21, 28, 40, 43).

  • Vacunación del tétanos (40).

  • Virus Epstein-Barr (37).


Referencias:

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Artículo publicado en el número 47 de la revista «Medicina Holística».
Edita: Asociación de Medicinas Complementarias

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